Conócete bien.

Para aprovechar al máximo tu día tienes que saber cuándo son tus horas de mayor productividad: cuándo estás más activo, cuándo te concentras mejor…

… y planifica tu agenda en función de eso.

Obsérvate:

¿Cuándo tienes más energía para actividades más físicas y mecánicas como hacer ejercicio, o hacer recados? ¿cuándo está tu mente más despejada y despierta para tareas que requieren concentrarse?

Cada persona es diferente, y aunque es muy habitual que la cabeza esté más despejada por la mañana, hay gente que por ejemplo se concentra mejor por la noche.

Es importante que vayas probando, y corrijas a partir de experiencia.

Hay ocasiones en las que creemos saber algo, pero al ponerlo en práctica descubrimos una cosa diferente.

Yo, por ejemplo, jamás pensé que podría hacer ejercicio después de comer (ligero claro :)).

En cambio, ha resultado ser súper adecuado, ya que a esas horas mi cabeza funciona más lento, pero tengo energía para realizar actividades físicas.

Cumplir con la agenda: compromiso y fuerza de voluntad

La gran cuestión. Todo esto está muy bien, pero ¿cómo lo cumplo?

Pues bien, la respuesta en realidad está en todo lo que hemos visto hasta ahora.

Qué es importante para ti, para qué y por qué es la base de la motivación y del compromiso con uno mismo, y por lo tanto con tu tiempo y eficiencia.

Debes saber qué consigues con cada cosa que haces, para qué la quieres conseguir, y por qué, para estar así conectado con tu motivación, comprometido con el valor de tu tiempo.

Conocer tus ciclos de energía y productividad está directamente relacionado con la fuerza de voluntad.

Hablamos de la fuerza de voluntad como de algo con lo que se nace o no se nace, pero no es así.

La fuerza de voluntad parte de la unión de esos “porqués” y “para qué” (motivación) y del autoconocimiento (momentos adecuados para cada cosa), que hará que te lo pongas más fácil a ti mismo, y el esfuerzo sea menor.

Sé flexible, paciente y prueba, ¡no tires la toalla!

No te juzgues, ni te compares, ni te disculpes a ti misma.

Comprueba y mira qué te funciona y qué no, y prueba de nuevo.

Que no te salga una vez, una semana o un mes, no quiere decir que no puedas hacerlo, quiere decir que aun no has dado con la manera de hacerlo que mejor es para ti.

Recuerda, que solemos sobrevalorar lo que hacemos de una sola vez, e infravaloramos lo que podemos hacer en muchas veces.

Los cambios son procesos largos, que requieren de tiempo, aprendizaje, perseverancia y amabilidad con uno mismo.

Así que ten paciencia, persevera y felicítate por cada paso que das para acercarte a tu objetivo.