lunes también mereces ser feliz

LOS LUNES TAMBIÉN MERECES SER FELIZ

Los lunes también mereces y puedes ser feliz.

Sí, hemos despertado y ya no queremos esperar al fin de semana, las vacaciones y la la jubilación para ser felices.

Hoy te traigo un profundo y poderoso mensaje que no puedes dejar pasar por alto.

Y es que debes saber que estás viviendo un momento único en la historia:

Estamos viviendo la era del conocimiento, la consciencia y las oportunidades, y si haces bien la mezcla el resultado es tan potente como tú lo quieras plantear.

Está en tu mano aprovecharlo para conseguir lo que realmente quieres y anhelas en tu vida.

La era del conocimiento:

Tenemos acceso a formación para todos los perfiles y bolsillos, desde todos los lugares del mundo, adaptado a todos los ritmos de vida.

Universidades y escuelas publicas y privadas, en formato presencial, semipresencial y online, libros, charlas, talleres, gratis, económicos, Premium…

Para hacerlo en fines de semana, de manera intensiva, a jornada completa, para trabajadoras… para compaginar con cualquier tipo de vida…

La era de la consciencia:

Toda esta información nos da la posibilidad de ser conscientes y tomar decisiones de manera consciente.

Podemos elegir de forma conscientes lo que comemos, lo que compramos, a quien votamos, tomar consciencia sobre nuestras emociones, pensamientos, de nuestra responsabilidad sobre nuestra propia vida…

La era de las oportunidades:

Podemos estudiar cualquier cosa desde cualquier lugar, viajar a cualquier parte del mundo, trabajar en infinidad de profesiones, incluso trabajar y viajar al mismo tiempo (también conocido como traviajar)…

Además, sabemos que no queremos esperar a los 65 para empezar a disfrutar de la vida, para ser felices, que ese cuento ya no es para nosotras..

Y entonces ¿por qué sigues teniendo una vida que no quieres tener?¿por qué sigues en un trabajo que no te gusta, sintiendo que estás desperdiciando tu vida?

Porque no te han enseñado a actuar (y esto no ha sido un descuido, sino algo muy premeditado).

Porque siempre te han dicho qué tienes que hacer, cómo se supone que tienes que vivir.

Porque te han hablado de seguridad, de estabilidad, y aun con un mundo lleno de guerras, de precariedad laboral, de inestabilidad política y económica, de desastres naturales… sigues aferradas a estas dos ilusiones, porque la idea de que no existan te aterra.

Y ahora, hoy, que quieres hacerlo, que quieres actuar, no sabes cómo.

No sabes cómo vencer el miedo, cómo decidir, cómo elegir, qué hacer con esas oportunidades, cómo afrontar los errores, cómo gestionar lo cambiante de la vida, ni cómo creer y confiar en ti misma.

No te voy a decir que todo el mundo puede hacer todo, que todo es posible, ni voy a animarte y motivarte para que experimentes un subidón que te durará más o menos horas.

Tampoco te voy a decir que sea fácil, que se consigue en dos días y sin esfuerzo ¿acaso has conseguido algo en esta vida sin esfuerzo?

Estudiar, trabajar, la familia… todo requiere de esfuerzo.

¿Acaso conoces a alguien que haya logrado el éxito sin esfuerzo y sin fracaso? 

La vida que tienes ahora también te exige esforzarte, pero la pregunta es ¿te lleva ese esfuerzo al lugar al que quieres llegar?

Entonces, lo que sí voy a decirte hoy es que con esfuerzo, con empeño y una dirección clara, podrás lograr tener una vida coherente y alineada con quien eres, con la que sientas que estás en el lugar en el que quieres estar, tu lugar.

Si me has leído antes ya sabrás que he estado exactamente donde tú estás.

Trabajé durante muchos años en un trabajo que se me daba bien, en el que había cosas que me gustaban y cosas que no tanto, en el que me pagaban bien, socialmente reconocido, en un buena posición, con una buena proyección de futuro…

¿Proyección hacia dónde? ¿Buena posición para quién? El reconocimiento social para qué?

Y cada mañana cuando me levantaba y conducía hacia el trabajo pensaba: ¿qué estoy haciendo con mi vida?¿va a ser siempre así?

Recuerdo un día que estaba en la oficina con mis compañeras y estábamos hablando, como cada día, de cuánto deseábamos que llegara el viernes.

Una conversación muy habitual en todas las oficinas, ¿verdad?

El binomio “otra vez lunes” y “por fin es viernes” cada semana, al que a veces se suma “todavía miércoles”.

Pues bien la chica que limpiaba la oficina andaba por ahí, de un lado a otro, sin parar, paño en mano.

Era una mujer joven, muy sonriente, muy hacendosa, que hacía su trabajo a conciencia y canturreando. Estaba limpiando un mueble cuando sin girarse ni dejar de hacer su trabajo nos dijo:

“Chicas cada mañana os escucho decir que queréis que sea viernes por la tarde, pero ¿no os dais cuenta de que la vida también pasa de lunes a viernes?”

Silencio.

14.245 días de 30.295.

A eso estaba resumiendo la posibilidad de ser feliz en mis 83 años de esperanza de vida (si es que llego viva a la jubilación, y luego a los 83 claro).

Es decir, el 47% de mi vida. Menos de la mitad.

Aquella mujer que cada día se levantaba a las 5am, que hacía todos los días exactamente lo mismo, que ganaba cuatro o cinco veces menos que yo, que tenía un trabajo sin ningún reconocimiento ni proyección de futuro…si aquella mujer me estaba diciendo aquello, es que la felicidad era algo bien diferente a lo que a mí me habían dicho y había oído toda mi vida.

¿Es que entonces la felicidad y la plenitud, no dependía del dinero, del estatus social, del puesto de trabajo, ni del propio trabajo que hacías?

Aquella mujer no estaba hablando de conformarse. Aquella mujer disfrutaba de lo que hacía, le gustaba su trabajo y le gustaba su vida.

El aprendizaje que puede haber sacado entonces podría haber sido que la felicidad, la vida, mi vida, dependía de mí. Pero la verdad es que esa idea era, en aquel entonces, una completa desconocida para mí, y por lo tanto no era ni siquiera una opción. 

Aquello tarde mucho más tiempo en descubrirlo. En aquel momento lo que tuve claro es que yo también quería una vida que me gustara, que yo también merecía vivir una vida que me gustara vivir todos los días.

Aquel fue el principio de mi despertar.

El comienzo de un largo recorrido con subidas y bajadas, con luces y sombras, con éxitos y fracasos.

Un recorrido de consciencia, conocimiento y oportunidades en el comencé a enfrentarme realmente a mis miedos.

En el que ya no podía mirar a otro lado porque comprendí lo importante y urgente de la vida,

¿Por qué te cuento todo esto?

Porque quiero que sepas que yo tampoco tenía ni idea de qué hacer con todo eso.

Y es ahí, o casi, donde seguramente estás tú.

Probablemente estás preguntando en tu entorno, buscando en internet, leyendo libros.

Puede que incluso te hayan dicho o hayas leído sobre las crisis de identidad, el estrés crónico, las crisis existenciales.

Y algunas de las ideas que probablemente se te pasan por la cabeza son de este tipo:

¿Y si no descubro qué quiero realmente? ¿Y si fracaso?¿y si nadie me apoya? ¿Y si me equivoco? ¿Y si es una utopía? ¿Y si es algo que les pasa a los demás pero no a mí? ¿Y si nada de esto tiene sentido? 

Hoy voy compartir contigo algo que yo tardé muchísimo tiempo en descubrir y es que no se trata de qué haces, sino de por qué, para qué y cómo lo haces.

Tu gran porqué, tu dirección y tu talento.

Si descubres esto créeme que te volverás imparable, que tendrás claro hacía dónde avanzar, porque todo tendrá sentido, porque tendrá todo el sentido.

Y esta era del conocimiento, la consciencia y las oportunidades serán tierra fértil en la que sembrar.

Porque cuando esto ocurre tu motivación se vuelve más grande que tu miedo, el éxito bien vale todos los fracasos, y la ilusión y las ganas son más grandes que la incertidumbre.

Entonces no tendrás más remedio, no verás otra forma de vida posible para ti que no sea la que tú has elegido, y todo tu potencial y conocimiento estarán a disposición

Hemos despertado y ya no queremos esperar a la jubilación para ser felices.

Muchas ya hemos despertado y estamos en acción.

Y tú ¿vas a seguir esperando a tu jubilación para ser feliz? Cuéntamelo en los comentarios J

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