La sociedad ha evolucionado y su rapidez, su constante cambio, y la complejidad de las relaciones la caracterizan. La capacidad de adaptación, de desarrollo y la flexibilidad son formas de estar en el mundo indispensables para poder lograr tener lo que tanto anhelamos: “calidad de vida”.

A lo largo de su vida, con cada aprendizaje y experiencia, cada persona crea su modelo del mundo. Es decir, “una representación organizada y dinámica de nuestro mundo”, en el que también se incluye la comprensión de nosotros mismos. Es desde ahí desde donde actuamos y reaccionamos.

Es ese modelo, nuestra compresión, del mundo el que marca cómo respondemos ante las situaciones que nos encontramos, y también el aprendizaje que sacamos de cada experiencia.

Disponer de un modelo del mundo certero es imprescindible para cumplir de manera eficaz con nuestras necesidades, y procurarnos una buena calidad de vida.